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Una partícula defectiva interferente (o DIP, del inglés defective interfering particle), también llamada partícula defectuosa interferente[1] o virus defectivo interferente, es una partícula viral generada por una mutación espontánea en una porción crítica del genoma, por lo que el virus pierde este material debido a una replicación defectuosa o a una recombinación no homóloga.[2]
Las DIP se derivan y se asocian con su virus original, y las partículas se clasifican como DIP si se vuelven no infecciosas debido a que al menos un gen esencial del virus se pierde o se daña severamente como resultado de la deserción.[3]
Las DIP fueron observados por primera vez en 1952 por Von Magnus y Schlesinger, ambos trabajando con virus de la gripe.[4] Sin embargo, la formalización de la terminología DIP fue en 1970 por Huang y Baltimore, cuando notaron la presencia de partículas gruesas del virus de la estomatitis vesicular en micrografías electrónicas.[5]
Las partículas defectivas interferentes pueden aparecer en casi todas las clases de virus de ADN y ARN, tanto en entornos clínicos como de laboratorio, incluyendo a poliovirus, coronavirus, sarampión, alfavirus, virus sincitial respiratorio y virus de la gripe.
Las DIP son un fenómeno natural que se puede recrear en condiciones experimentales en el laboratorio y también se puede sintetizar para uso experimental. Se producen espontáneamente por replicación viral propensa a errores, especialmente en los virus de ARN debido a la enzima utilizada (replicasa o ARN polimerasa dependiente de ARN).[3]
Se considera que estas partículas interfieren cuando afectan la función del virus original a través de la inhibición competitiva;[3] es decir, los virus defectuosos y no defectuosos se replican simultáneamente y compiten, lo que implica que el aumento de las partículas defectuosas disminuye la cantidad del virus con actividad patógena, manteniendo la respuesta inmune innata del huésped.[6]
Esta naturaleza interferente se está volviendo cada vez más importante para futuras investigaciones sobre terapias de virus.[7] Experimentalmente se ha usado DIP para crear "virus protectores" que atenuaron la patogenicidad de una infección por influenza A en ratones, hasta el punto de que ya no era letal.[8]
En determinados casos, la DIP refuerza la patogenicidad de un virus, porque al atenuar la replicación infecciosa de un virus agresivo, tiene la facultad de salvar la vida del huésped, y en consecuencia resguarda también la infección viral al aumentar la eficiencia parasitaria.[9]